Durante todo a nuestra vida no nos preocupamos por las cosas que nos rodean, llegando al
punto de ser conformistas y nos dejamos llevar por un falsa sensación de felicidad pero al
momento en que esa brecha se rompe nos afrentamos a una realidad muy hostil además de
no valorar lo que tuvimos en su momento un lugar pacifico, afrontamos las consecuencias
de nuestros actos y nuestros errores los cargaremos como si fuese cicatriz. Nos envenenamos por el veneno del resentimiento y la culpa la culpa nunca desaparece.
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